Tatanga Mani, Búfalo Caminante








¿Sabes que los árboles hablan?


Sí, hablan. Hablan los unos con los otros, y hablan contigo si les escuchas. Pero los hombres blancos no escuchan. Nunca han considerado necesario escucharnos a nosotros, los indios, y temo que tampoco escucharán las otras voces de la naturaleza. Yo mismo he descubierto mucho de los árboles; a veces algo sobre el clima, a veces sobre los animales, a veces sobre el Gran Espíritu.







Ah, sí, fui a las escuelas del hombre blanco. Aprendí a leer en libros escolares, en periódicos y en la Biblia. Pero con el tiempo descubrí que aquello no era suficiente. Las personas civilizadas dependen demasiado de las páginas impresas por el hombre. Yo recurro al libro del Gran Espíritu que es el conjunto de la creación. Si estudias la naturaleza, leerás buena parte de ese libro. Mira, si tomas todos tus libros, los tiendes al sol y dejas que por un tiempo sufran el acoso de la nieve, de la lluvia y de los insectos, nada quedará. Pero el Gran Espíritu nos ha proporcionado a todos una oportunidad de estudiar en la universidad de la naturaleza los bosques, los ríos, las montañas y los animales, entre los cuales nos contamos.







Las colinas son siempre más bellas que los edificios de piedra, lo sabes. La vida en una ciudad es una existencia artificial.


Son muchísimos los que apenas hollan con sus pies la auténtica tierra, no ven crecer más plantas que las de las macetas o no se alejan lo suficiente de las luces de las calles para contemplar el encanto de un cielo nocturno recamado de estrellas. Cuando las gentes viven lejos del escenario de las obras del Gran Espíritu, les resulta fácil olvidar leyes.




Tatanga Mani, Búfalo Caminante, 1871-1967, Stoney




Gheezis Mokwa, Oso de Sol





No creo que la medida de la civilización sea la altura de sus edificios de hormigón, sino como la población ha aprendido a relacionarse con su entorno y sus compañeros.


Gheezis Mokwa, Oso de Sol, 1929-1992, Chippewa



Humishuma, Paloma Matinal








Todo en la Tierra tiene su propósito, toda enfermedad tiene su hierba que la cura, y cada persona tiene su misión. Esta es la teoría india de la existencia.



Humishuma, Paloma Matinal 1888-1936, Salish


Kahamaxeveohtahe, Piernas de Madera







Según la antigua enseñanza india, es malo arrancar de su lugar de la tierra cualquier cosa que pueda crecer en él. Se puede cortar, pero no se debe desarraigarla. Los árboles y la hierba tienen espíritus. Cuando algún indio tiene que destruir alguna de estas cosas, lleva a cabo su acto con tristeza y con una plegaria de perdón porque lo hace por necesidad.


Kahamaxeveohtahe, Piernas de Madera 1858-1940, Cheyenne


Si'ahl, Seathl







He allí el cielo que ha llorado lágrimas de compasión sobre mi pueblo durante incontables siglos y que, aunque nos pueda parecer inmutable y eterno, puede cambiar. Hoy está despejado. Mañana puede estar encapotado con nubes.

Mis palabras son como las estrellas que nunca cambian. Cualquier cosa que diga Seattle, el gran jefe en Washington puede confiar en ello tanto como él pueda confiar en el regreso del sol o de las estaciones.

El jefe blanco dice que el Gran Jefe en Washington nos envía saludos de amistad y buena voluntad. Esto es muy amable de su parte ya que sabemos que él necesita poco de nuestra amistad. Son muchas sus gentes. Son como la hierba que cubre vastas praderas. Mi gente es poca. Se asemejan a los pocos árboles que se encuentran esparcidos en una pradera azotada por una tormenta. El gran, y presumo – buen, Jefe Blanco dice que desea comprar nuestra tierra pero que, al mismo tiempo, nos deja suficiente para que vivamos confortablemente. Verdaderamente esto parece ser justo, y aún generoso, ya que el Hombre Rojo no tiene más derechos que él necesite respetar, y la oferta también parece ser sabia ya que no necesitamos más un territorio extenso.

Hubo un tiempo en el que nuestra gente cubría la tierra como las olas en un mar encrespado por el viento cubren el fondo cubierto de conchas, pero ese tiempo hace mucho que desapareció junto con la grandeza de las tribus que ahora son apenas un recuerdo doloroso. No trataré el tema, ni lloraré sobre eso, de nuestra desaparición a tiempo, ni voy a reprochar mis hermanos cara pálida con haberla acelerado, porque también nosotros somos en algo responsables de ella.


La juventud es impulsiva. Cuando nuestros jóvenes se enojan por alguna injusticia real o imaginaria, y se desfiguran sus caras con pintura negra, denotan que sus corazones son negros, y que con frecuencia son crueles e implacables, y nuestros viejos y viejas son incapaces de moderarlos. Así siempre ha sido. Así fue cuando el hombre blanco empezó a empujar a nuestros antepasados hacia el oeste. Pero esperemos que nunca regresen las hostilidades entre nosotros. Tendríamos todo que perder y nada que ganar. Los jóvenes consideran como ganancia a la venganza, aún al costo de sus propias vidas, pero los viejos que permanecen en casa en momentos de guerra, y las madres que tienen hijos que perder, saben que no es así.

Nuestro buen padre en Washington—ya que presumo que ahora es nuestro padre al igual que suyo, ya que el Rey George ha movido sus fronteras más hacia el norte—nuestro gran y buen padre, digo, nos envía el mensaje de que si hacemos como él desea, él nos protegerá. Sus bravos guerreros serán para nosotros como una erizada pared de fortaleza, y sus maravillosos barcos de guerra llenarán nuestros puertos, para que nuestros antiguos enemigos más al norte—los Haidas y Tsimshians—cesen de asustar a nuestras mujeres, niños, y viejos. Realmente él será nuestro padre y nosotros sus hijos.

Pero, ¿puede eso suceder alguna vez? ¡Su Dios no es nuestro Dios! ¡Su Dios ama a su gente y odia a la mía! Él pliega amorosamente sus fuertes brazos protectores alrededor del cara pálida y lo conduce por la mano como un padre conduce a un hijo infante. Pero, Él ha desamparado a Sus hijos Rojos, si realmente son Suyos. Nuestro Dios, el Gran Espíritu, parece que también nos ha abandonado. Su Dios hace que su gente se haga más fuerte cada día. Pronto ellos llenarán todas las tierras.


Nuestro pueblo está menguando como una marea que retrocede rápidamente y que nunca regresará. El Dios del hombre blanco no puede amar a nuestra gente o Él los hubiera protegido. Ellos parecen huérfanos que no tienen dónde buscar ayuda. ¿Cómo, entonces, podemos ser hermanos? ¿Cómo puede su Dios llegar a ser nuestro Dios y renovar nuestra prosperidad y despertar en nosotros sueños de una grandeza que regresa? Si tenemos un Padre Celestial común, Él debe estar parcializado, porque Él vino hacia Sus hijos cara pálida.

Nosotros nunca lo Vimos. Él les dio leyes pero no tuvo palabras para Sus niños rojos cuyas prolíficas multitudes una vez llenaban este vasto continente como las estrellas llenan el firmamento. No; somos dos razas diferentes con orígenes diferentes y destinos separados. Hay muy poco en común entre nosotros.


Para nosotros, las cenizas de nuestros antepasados son sagradas y su lugar de reposo es terreno reverenciado. Ustedes se alejan de las tumbas de sus antepasados y aparentemente sin pena. Su religión fue escrita sobre lápidas de piedra por el dedo de hierro de su Dios para que así ustedes no pudieran olvidar.


El Hombre Rojo nunca podría comprender o recordarlo. Nuestra religión es las tradiciones de nuestros antepasados – los sueños de nuestros hombres viejos, dados en las horas solemnes de la noche por el Gran Espíritu; y las visiones de nuestros jefes, y está escrita en los corazones de nuestra gente.


Sus muertos dejan de amarlos y la tierra natal tan pronto como traspasan los portales de la tumba y vagan más allá de las estrellas. Ellos pronto son olvidados y nunca regresan.
Nuestros muertos nunca olvidan este hermoso mundo que les dió vida. Ellos todavía aman a sus verdes valles, sus rumorosos ríos, sus magníficas montañas, sus apartadas cañadas y lagos y bahías bordeados de verde, y siempre suspiran con un tierno y cariñoso afecto por los seres vivos de corazones solitarios, y con frecuencia regresan del feliz coto de caza para visitarlos, guiarlos, consolarlos, y confortarlos.


Día y noche no pueden convivir. El Hombre Rojo siempre ha rehuido los acercamientos del Hombre Blanco, como la neblina matutina huye antes que aparezca el sol de la mañana. Sin embargo, su proposición parece justa y creo que mi gente la aceptará y se retirará a la reservación que usted le ofrece. Entonces, viviremos separados en paz, ya que las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser las palabras de la naturaleza que hablan a mi gente desde la densa oscuridad.


Importa poco donde pasemos el resto de nuestro días. No serán muchos. La noche del Indio promete ser oscura. Ni siquiera una simple estrella revolotea en su horizonte. Vientos de voz triste se lamentan en la distancia. Un triste destino parece estar en el camino del Hombre Rojo, y donde quiera escuchará los pasos que se aproximan de su cruel destructor y se prepara impasiblemente a enfrentar su destino, como hace el antílope herido que escucha los próximos pasos del cazador.

Unas pocas lunas más, unos pocos inviernos más, y ninguno de los descendientes de los poderosos espíritus que alguna vez se movían por esta amplia tierra o vivían en hogares felices, protegidos por el Gran Espíritu, permanecerán para llorar sobre las tumbas de un pueblo que una vez fue más poderoso y con más esperanzas que el suyo.

Pero, ¿por qué debo llorar sobre el destino a destiempo de mi pueblo? Tribus siguen a tribus, y naciones siguen a naciones, como las olas del mar. Es el orden de la naturaleza, y lamentarse es inútil. Su momento de decadencia puede estar distante, pero seguramente llegará, porque aún el Hombre Blanco cuyo Dios caminó y habló con él como un amigo a otro, no puede estar exonerado del destino común. Puede que seamos hermanos, después de todo. Veremos.


Estudiaremos su proposición y cuando hayamos decidido, se lo haremos saber. Pero, si la aceptamos, yo aquí y ahora pongo esta condición, que no se nos niegue el privilegio, sin molestarnos, de visitar en cualquier momento las tumbas de nuestros ancestros, amigos, e hijos. Cada parte de este suelo es sagrado en la consideración de mi pueblo. Cada ladera, cada valle, cada pradera y huerto, ha sido consagrada por algún triste o feliz evento en días hace tiempo desaparecidos.


Aún las rocas, que parecen ser mudas y muertas ya que se tuestan al sol a lo largo de la costa silenciosa, están llenas con las memorias de eventos excitantes conectados con las vidas de mi gente, y el mismo polvo sobre el cual ustedes se encuentran responde con más amor a nuestras pisadas que a las suyas, debido a que ha sido enriquecido por la sangre de nuestros antepasados, y nuestros pies desnudos son conscientes de ello. Nuestros difuntos, bravos, amadas madres, alegres y felices doncellas, y aún los niños que vivieron aquí y se regocijaron aquí por una breve estación, amarán estas soledades sombrías y, durante la caída de la tarde, ellos recibirán a los tenebrosos espíritus que regresan.


Y, cuando el último Hombre Rojo haya perecido, y la memoria de mi tribu se haya convertido en un mito entre el Hombre Blanco, estas playas estarán repletas de muertos invisibles de mi tribu, y cuando los hijos de sus hijos se crean solos en el campo, la tienda, el taller, en la carretera, o en el silencio de los bosques sin senderos, ellos no estarán solos. En toda la tierra no hay lugar dedicado a la soledad. En la noche, cuando las calles de sus ciudades y pueblos estén silenciosas y ustedes crean que estén desiertas, ellas estarán atestadas con los huéspedes que regresan y que una vez las llenaban y que todavía aman esta hermosa tierra. El Hombre Blanco nunca estará solo.

Que él sea justo y trate amablemente a mi gente, porque los muertos no son impotentes.




Si'ahl, Seathl 1786 – 1866, Suquamish y Duwamish


(Primera versión de Henry Smith sobre el discurso que Si'ahl pronunció en Washington el 10 de enero de 1854 al gobernador Isaac Stevens. Después en 1960 William Arrowsmith escribió la segunda versión modernizándola algo más a esos tiempos, ya que decían que la primera guardaba un estilo victoriano al propio Smith el cual siempre insistió en decir que la versión original era mucho más elegante y mucho mejor que la que él mismo hizo, pues Smith se dedicó a coger apuntes de lo que Si'ahl decía en idioma Suquamish y así luego después las usó para componer el texto, aún así la segunda versión es muy parecida a la primera. Después en 1972 Ted Perry escribiría la tercera versión para adaptarla a la película que entonces se hizo de “Home”, de temática ecologista, así convirtiendo a Si'ahl en uno de los primeros ecologistas adelantados a su tiempo y cambiando parte del texto e incluso convirtiéndola de manera ficticia para el filme, en una carta que nunca escribió Si'ahl al presidente Franklin Pierce, esta última es la que más circula hoy en día, en la cual fueron añadidas expresiones como; “Soy un salvaje y no comprendo…”, que pudieran sonar con un toque algo irónico o así al menos lo pudiera parecer. Pero, eso sí , siendo tambien todas las versiones un gran mensaje de Vida, siempre que se encuentre por supuesto dentro de la mejor intención. Nunca se sabrá en realidad que palabras pronunció el propio Si'ahl, ya que esas mismas son las únicas válidas y ciertas.)



Ohiyesa, Charles A. Eastman










De niño, cualquier guijarro bonito tenía un valor par mí; todo árbol en crecimiento era un objeto de reverencia. ¡Ahora rindo culto con el hombre blanco ante un paisaje pintado cuyo valor se calcula en dólares!





Entre nosotros no había templos ni santuarios, salvo los de la naturaleza.

Siendo un hombre natural, el indio era intensamente poético. Consideraría un sacrilegio construir una casa para Aquel que podemos encontrar cara a cara en las naves misteriosas y umbrías del bosque primitivo o en el corazón iluminado por el sol de las praderas vírgenes, en las vertiginosas agujas y pináculos de roca desnuda y más allá, en la bóveda enjoyada del cielo nocturno.

Aquel que se recubre de diáfanos velos de nubes, allí en el borde del mundo visible, donde nuestro Bisabuelo el Sol enciende el fuego del campamento nocturno, Aquel que cabalga sobre el riguroso viento del norte o exhala su espíritu en las aromáticas brisas del sur y cuya canoa surca los ríos majestuosos y los mares interiores .

¡Aquel no necesita una catedral menor!



Ohiyesa, Charles A. Eastman 1858 – 1939, Dakota Santee



Satanta, Oso Blanco







El hombre blanco una vez vino a comerciar, ahora viene como soldado. Una vez puso su confianza en nuestra amistad y no quiso otro escudo que nuestra fidelidad. Ahora se cubre el rostro con nubes de recelos y odio y nos dice que nos vayamos de la misma forma que un ofendido amo habla a su perro.



Todo el territorio del sur del Arkansas River pertenece a los kiowas y a los comanches y yo no quiero regalar nada de él. Amo la tierra y los búfalos y quiero conservar todo ello, yo no quiero ninguna casa de medicina (iglesia) ni ninguna escuela en nuestro territorio. Quiero ver crecer a los niños como crecí yo. He oído que queréis llevarmos a una reserva en las montañas, yo no quiero quedarme quieto en un sitio. Quiero seguir vagando como hasta ahora por la pradera. Ya que así soy libre y feliz. Si tenemos que vivir en casas, entonces nos volveremos pálidos y moriremos. Este territorio perteneció, desde hace mucho tiempo, a nuestros padres; pero cuando cabalgo río arriba, veo los campamentos de los soldados en sus orillas. Talan nuestros árboles, matan nuestros búfalos. Cuando lo veo, siento como si se me rompiera el corazón.


Satanta, Oso Blanco 1820 – 1878, Kiowa



Tashuhka Witko, Caballo Loco







Uno no vende la tierra por la que camina su pueblo.

Tashuhka Witko, Caballo Loco 1849 – 1877, Lakota Oglala



Tatanka Yotanka, Toro Sentado







Si un hombre pierde algo, vuelve sobre sus pasos si lo busca concienzudamente, lo encontrará. Eso y no otra cosa es lo que hacen los indios, ahora, al acudir a ti en demanda de lo que se les prometió en el pasado, y no creo que sea justo que se les trate como a bestias. Esta es la razón de que hayan crecido en mí los sentimientos que albergo…-Me doy cuenta de que mi nación ha ganado mala fama y yo quiero que su nombre esté limpio. Así solía ser. A veces, cuando me siento a meditar en paz, me pregunto quién le ha dado este mal nombre.


Tatanka Yotanka, Toro Sentado 1837-1890, Lakota Hunkpapa




Wambditanka, Aguila Grande







Los blancos no cesaban en su intento de hacer que los indios renunciaran a su forma de vida y adoptaran la de ellos, cultivar la tierra, trabajar duramente y hacer como ellos… Y los indios no sabían cómo. Pero es que tampoco querían. Si los indios hubieran tratado de hacer que los blancos vivieran como ellos, se habrían resistido. Eso pasó con muchos de nosotros.


Wambditanka, Aguila Grande 1827-1906, Dakota Santee



Heinmot Tooyalaket, Joseph








Quiero que los blancos aprendan a entender a mi pueblo.

Algunos de vosotros consideráis a los indios como salvajes. Eso es un gran error. Os hablaré de mi pueblo y después podréis opinar si un indio es una persona o no. -…Hace tiempo que llevo una pesada carga, ya desde que era niño. Entonces aprendí que nosotros éramos solo unos pocos, pero que había muchos, muchos hombres blancos y que no podríamos igualarnos con ellos. Eramos como corzos. Ellos eran como osos grises. -… Dejadme ser un hombre libre. Libre para viajar o quedarme, para trabajar, para comerciar donde escoja, libre para elegir a mis propios maestros, para seguir la religión de mis padres, libre para pensar y hablar y actuar por mí mismo. -… La tierra es la madre de todas las personas, y todas las personas deben tener derechos iguales en ella.


Heinmot Tooyalaket, Joseph 1840 - 1904, Nez Percés

(1879 Joseph cuando viajó a Washington para presentar sus protestas sobre la vida en la reserva de Ponca)



Hehaka Sapa, Alce Negro







Mira esta Pipa que Te hemos ofrecido, junto con la Tierra, los cuatro Poderes y todas las cosas. Sabemos que somos parientes, que formamos una unidad con todo lo que hay en el Cielo y en la Tierra, y sabemos que todas las cosas que se mueven son un pueblo como nosotros. Todos deseamos vivir y crecer según el misterio. El lucero del alba y la aurora que viene con él, el sol de la noche (la luna) y las estrellas del cielo han estado todos aquí reunidos. Tu nos has enseñado nuestro parentesco con todas las cosas y todos los seres, y Te damos gracias por ello, ahora y siempre. Que seamos continuamente conscientes de este parentesco existente entre los cuadrúpedos, los bípedos y los volátiles.

¡Que todos podamos alegrarnos y vivir en paz!





Con esta pipa de misterio caminaréis por la Tierra; pues la Tierra es vuestra Abuela y Madre, y es sagrada. Cada paso dado sobre ella debería ser una plegaria.


La cazoleta de esta Pipa es de piedra roja, es la Tierra. Este bisonte joven que está grabado en la piedra, y que mira hacia el centro, representa a los cuadrúpedos que viven sobre vuestra Madre.


El cañón de la Pipa es de madera, y esto representa todo lo que crece sobe la Tierra.

Y estas doce plumas que cuelgan de donde el cañón penetra en la cazoleta son de Wambali Galeshka, el Águila Moteada, y representan al Águila y a todos los seres alados del aire.


Todos estos pueblos, y todas las cosas del Universo, están vinculadas a ti, que fumas la Pipa; todos envían sus voces a Wakan-Tanka, El Gran Espíritu.

Cuando oráis con esta Pipa, oráis por todas las cosas y con ellas.









Yo no sabía entonces cuántas cosas se habían acabado. Cuando ahora miro hacia atrás desde la alta colina de mi ancianidad, todavia puedo ver la carnicería hecha con las mujeres y niños que yacían amontonados o esparciados… Y puedo ver que allí, en el ensangrentado barro, murió algo que quedó enterrado por la ventisca. Allí murió el sueño de un pueblo. Era un bello sueño.



Hehaka Sapa, Alce Negro 1863-1950, Lakota Oglala
(1932 Alce Negro hace referencia a la masacre de Wounded Knee)